miércoles, 24 de octubre de 2012

Mírame, ojos azules.

No llores, pequeña. Tienes el mundo a tus pies. No me mates así con tu llanto. Sea lo que sea, lo siento. Pero no manches esa carita con lágrimas de pena. Estás un tanto consentida, y tienes un carácter que, no se por qué, sospecho que te viene de familia. Pero lo arreglas todo con unas cuantas ocurrencias que nos hagan reír, un acto de cariño o demasiado avanzado para tu edad. Pero no llores más. Yo quiero que si te sientes afligida vengas y me abraces. Y sientas que voy a estar ahí. 
Quizá ahora no lo comprendas, no entiendas lo mucho que vas a llegar a necesitar de alguien, pero lo harás. Algún día estarás rodeada de gente y te sentirás sola, por eso quiero que te des cuenta poco a poco de que mi hombro no sera solo un hombro, si no que será tu pañuelo. Que puedo llegar a comprenderte como a mi nunca me comprendieron. Mírame, ojos azules. Seca tu blanca cara con mis palabras. Deja de llorar, ríe, que me haces feliz. 
Dime cosas que no entienda, por favor. Cuéntame como dominas a otros con tu carácter, como vas a hacer del mundo tu llavero y de tus virtudes tu personalidad. Serás grande, yo lo se. Campo de trigo, ricitos de oro. Pídeme que haga algo que tu no puedes, que te lea, que te cante. Pídeme un beso, pídeme un rato de mi vida. 
Pídeme lo que quieras pero, por favor, no llores más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario