domingo, 25 de septiembre de 2016

Raíces

Jamás sentiré una tierra
tan mía como la de Soria.
Jamás olvidaré el color de sus campos
mezclados con tierra caliza.
Los tonos verdes del trigo y la cebada
las encinas alzándose entre los caminos,
el olor del tomillo que trae el viento
mientras recoges uvas en la vid.

Jamás sentiré una tierra
tan mía como la de Soria.
No la tierra como lugar,
sino la tierra que arrastra el viento
que piso y que forma los caminos.
La tierra que se queda en las manos
cuando coges setas sin llevar abrigo.

Jamás sentiré una tierra
tan mía como la de Soria
porque aunque viva en otros lugares
y aunque mi corazón este dividido
entre la ciudad y el corazón de la Castilla
que empieza a caer en el olvido,
las raíces que son para siempre
toman su agua del mismo río
del que se nutren los campos
que hoy deseo describir en mi mente.

Y aunque el Duero se seque
y caminante, no haya camino
y a veces me despierte
lejos de su habitual frío
hay paisajes que no se miran con los ojos
sino con el corazón de un niño
y jamás sentiré, ya pueden ser París o Roma
una tierra tan mía
como siento la de Soria.


1 comentario: