sábado, 21 de diciembre de 2013

Reflejos.

Era una de esas noches que no tienen nada de especial. Una fina capa de nubes cubría el cielo por partes, dejando entrever algunas estrellas en las zonas donde la luz no estaba presente. Hacia ese frío seco con el que me había criado, el que dura desde finales de septiembre hasta abril. Me dirigía a paso apresurado por la acera de la carretera principal, por la que apenas pasan coches ni personas, por las que paseas solo con el frío la mayor parte de las veces.
Estaba emocionada y tenía preocupaciones absurdas y primermudistas: si me pelo había hecho de las suyas o estaba presentable, si esa canción que sonaba se estaba repitiendo, que debía hacer al llegar a donde me dirigía... Pensaba en todo y en nada; un nudo en un estómago lleno de ilusiones. 
Una sombra que al principio me fue indiferente avanzaba por la misma acera que yo, en dirección contraria. A medida que se acercaba vi que era un hombre mayor, un ancianito que en cualquier otra ocasión no me habría llamado la atención. Al fin y al cabo, es lo único que hay por donde vivo: ancianos. Íbamos a chocarnos y en un primer momento me acerqué más a la carretera. Pero el señor comenzó a acercarse también hacia la carretera; volvíamos a estar en un punto donde íbamos a chocarnos. 
Cinco segundos. Un autobús dobló la curva y se dirigía inevitablemente hacia nosotros a bastante velocidad. El señor había bajado de la acera y, aunque ya no nos chocábamos, el cada vez estaba más cerca de la línea blanca que delimita el carril. No había nadie más y cuando estábamos a menos de un metro, sentí tanto miedo que pensé que iba a presenciar algo terrible. Tenía la mirada perdida. Habría jurado segundos después que iba ebrio. Sonreía y apenas se daba cuenta de que si seguía andando, un autobús se lo llevaría por delante. Un gesto de acercarlo a la acera salió de mí, un amago de tirar de él, de apartarle de una posible muerte. El hombre me miró extrañado pero sonriente. Fui una cobarde, ni si quiera le toqué. El autobús pasó casi rozando al hombre y yo me quedé paralizada. Seguí andando lentamente. Miré al hombre varias veces hacia atrás, que seguía andado al lado de la maldita línea blanca. 
Estaba más cerca de mi destino, pero se me olvidó como llevaba el pelo. Se me olvidó que tenía frío y mi mente, pesimista y trágica, pensó en que habría pasado si el autobús hubiese atropellado al hombre. En si hubiese sido capaz de apartarlo si hubiese visto que eso real e inevitablemente iba a pasar. Cómo habría reaccionado si lo peor hubiese pasado. La gran diferencia que hay entre dar un paso o no darlo, lo que puede cambiar la vida en unos segundos y, sobretodo, lo cobarde e insignificante que me sentía en aquel momento. ¿Y si yo no hubiese estado? ¿Y si el hombre hubiese cruzado la línea blanca?
Llegué a mi destino. Demasiado pronto. Me senté y puse la mirada en lo que esperaba que llegase. 
Aquella tarde disfruté un poco más que si ese encuentro casual no me hubiese sucedido. Disfruté de cada palabra, de cada gesto, de cada abrazo, de cada silencio. Respiré hondo y medité sobre (aunque suene profundo y absurdo) lo endeble y lo efímera que puede ser la vida. Yo seguía allí, después de haberme acercado a la muerte ignoro cuántas veces a lo largo de mi vida. 
Y pensaréis: "¿Y por qué piensas en eso? Déjalo estar." 
Porque a veces, no te apetece esperar a que la vida se acabe para vivirla. A veces disfrutas de esas tardes que pensabas que serían como esperabas hasta que alguien se cruza en tu camino. Y entonces son mejores.

8 comentarios:

  1. Sinceramente no me parece una entrada adecuada, por mucho quue te guste escribir no es lo tuyo 100%

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    1. ¿Adecuada a qué? ¿No es lo mío escribir o no es lo mío esta entrada?

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  2. Respuestas
    1. Toda crítica es bien recibida. No voy a dejar de escribir, pero descuida, si no se me da bien ya se encargará la gente de decírmelo (cuando ni lean mis artículos ni compren mis libros ni pongan que les gusta).

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  3. Como dices bien lo de las criticas, es como una opinion, sera lo que a ti te guste pero no deberias escribir solo articulos de opinion.

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    1. Es mi blog y escribiré sobre lo que a mi me apetezca. Si lees las primeras entradas verás algo como: "sin deberle nada a nadie, ni al tiempo".
      Parece que estoy siendo borde, y en efecto.

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  4. Me ha encantado, Bea. Como todo, mejorable, pero para eso estamos; ¡no ceses!

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