martes, 25 de marzo de 2014

Martes y veinticinco.

Un error. Algo que por casualidad y sin realmente saberlo te estrella las ilusiones en la cara. ves como se desmoronan tus sueños. Algo de lo que puede que en unos años apenas te acuerdes. Algo que seguramente desde fuera carecerá de importancia. Pero todas las ideas que tenías en tu cabeza se quedarán ahí, guardadas. En ella hasta que cojas fuerzas para retomar una idea que resultó ser horas y horas de trabajo fracasado. 
Una esperanza atisba. Parece que exagero. Pero para mi supone una oportunidad perdida. Algo que, además, se me restregará durante algunas semanas. Me desilusiono y desespero, me debato entre el esfuerzo último y el abandono. 
La rabia me recorre absurda e inútilmente. Al fin y al cabo, con lamentarme no gano nunca nada. Así que se me pasan por la cabeza ideas desesperadas con las que rematar esto sin un mal sabor de boca. Con las que tirar hacia delante y respirar aliviada. 
Rebusqué en mi memoria, en mi imaginación. No podía jugarme una mala pasada. Ahora no. 

2 comentarios:

  1. Un libro me dijo una vez que sólo recordamos lo que nunca sucedió y que las respuestas no siempre son tan fáciles de encontrar. Pero eso es lo que hace que las preguntas y los sueños sean tan atrayentes, ¿verdad?

    Así que, sea este texto ficticio o real, ¡ánimo!

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    1. Yo también creo que duele más lo que no pasa, está más presente.

      No sé cómo lo hago, pero las cosas suelen acabar saliéndome bien. ¿La cabezonería? Era un momento desesperado en el que la belleza literaria me importaba más bien poco y sale una reflexión con la que solo yo salí beneficiada.

      Gracias, de todas maneras. Y bienvenida :D

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