jueves, 31 de enero de 2013

Una vida se queda corta.

Yo buscaba los caminos más directos, paradas de descanso, moteles de carretera, señales de "esta usted llegando a...". Buscaba atajos a los sueños, puentes al consuelo, gritos por rebelar. Buscaba ese don imposible. Buscaba brillantes en este camino de piedras. Compañía de otro loco, sin rumbo ni propiedad, más que el poder de decir las verdades y alumbrar la oscuridad. Buscaba noches en vela, atardeceres en el cielo, silencios en primavera. Rosas con espinas, que el dolor de una herida lo sanara una caricia, un reloj sin agujas, un parón en mi ruta de la seda. Un libro sin escribir, una pluma cien años vieja. Ese éxito que dicen que llega, el best seller de las vidas, conocer tierras ajenas. Buscaba una canción en una sala de espera, una sonrisa en una puerta, un baño de felicidad. Un salto a un vacío sin gravedad. Buscaba en ese largo camino, de inciertos y desconocidos, un alma y un viento frío que me dijeran: libertad.


Imagen por Cristina Santanach.



5 comentarios:

  1. Lo piensas y lo escribes... todo perfecto. Parecen sentimientos que no puedes controlar y eso es bueno.

    Hasta pronto

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    1. No se me había ocurrido eso... pero sí, pueden ser esa clase de sentimientos.

      Gracias Carlos, como siempre.

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